- Hacer algún tipo de ritual/ceremonia de despedida, aunque sea en casa, sea solo o en familia. Quizás tardáis unas semanas o meses en poder celebrar un funeral al uso, pero eso no descarta que ahora se pueda hacer algún ritual desde casa: decir unas palabras, poner una canción, dibujar algo que le gustara a esa persona,…
- Date permiso para sentir las emociones. Ayuda expresarlas (llora, grita, métete debajo de la manta), hablarlas con alguien, o simplemente escribirlas. Es importante dejar que fluyan, de la forma que sea, para que no se enquisten. No tienes que ser fuerte delante de nadie, ni de ti misma. Permítete llorar y no saber hacer las cosas bien, ahora más que nunca.
- No te aísles. El apoyo social puede ser tu gran aliado. Aunque sea de forma virtual, no dejes de relacionarte con esas personas de tu entorno que te nutren, de las que más valoras su apoyo y compañía. Diles a esas personas lo que necesites. Si no buscas consejo, también díselo. Quizás sólo buscas que haya alguien al otro lado escuchando, y eso está bien.
- Aunque, como he dicho, el proceso de duelo no tiene por qué ser patológico, si lo necesitas, habla con profesionales expertos en duelo. Se han habilitado números de teléfono de asistencia psicológica, además del montón de psicólogos expertos en duelo que trabajamos en ello de forma privada.
- Y sobretodo, recuérdate siempre que se te olvide que no tienes la culpa y no podías hacer más.
- Participa, si te lo pide, de cualquier ritual o ceremonia que haga, aunque sea por vía telemática.
- Evita las frases del tipo «tienes que ser fuerte/valiente», «aguanta y todo pasará», «el tiempo lo cura todo». Ahora lo más importante es que escuches a la persona: ese es el mayor consuelo, y no el dar consejos.
- No tienes por qué saber qué decir, así que, ante la duda lo mejor es preguntar «¿Cómo te sientes? ¿Puedo ayudarte en algo?» Es mucho mejor actuar con cautela y precaución antes que asumir que la persona puede estar necesitando algo.
- Recuérdale a la persona que puede contar contigo, pero sin agobiarla con llamadas. Tampoco esperes a «ya me llamará si lo necesita». Intenta encontrar un equilibrio.
Eva Molero
Psicóloga núm. col. 20.974
Psicoterapeuta individual, familiar y de pareja